Tres veces toc toc
Tenía muchas ganas de increpar a aquel muchacho que venía del interior, pararlo y decirle "¿qué pasa, campeón? Ya me golpeaste tres veces la puerta; realmente no sé cómo abrirte, mandame una señal de humo, un mapa, un e-mail con instrucciones, algo, porque no estoy entendiendo". Por supuesto que era yo quien había puesto el candado que, a esas alturas, parecía estar bien oxidado. Descifrar el laberinto y abrir el candado para volver a casa, por como venía la mano, se había convertido en una odisea al mejor estilo Harry Potter o El Señor de los Anillos, pero con la particularidad de que Harry debía de luchar solo contra Voldemort, desde el primer tomo, sin Hermione, sin Ron; y Frodo, llegar a Mordor, arrojar el anillo y salvar la Tierra Media, sin la ayuda de Sam, Gandalf, Aragorn y companía. Sí, una aventura hermosa. Un mago blanco, o un niño mago me habría venido muy bien. Aunque probablemente ni con magia lograría completar el puzzle. Un puzzle de 127.329 piezas